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Mequinenzanos a destacar

JOAQUÍN TORRES ARBIOL

Joaquín Torres Arbiol es el emigrante ultramarino más notable y generoso del Poble. Nació en Mequinenza el 8 de junio de 1901, este filantrópico mequinenzano dejó su villa natal a los 21 años para hacer el servicio militar en Madrid. Allí y como producto de una serie de casualidades acabó entrando a trabajar en la editorial “Espasa”, la futura y potente “Espasa Calpe”.

Tan relevante debió de ser su desempeño en la empresa que poco después, en 1926, la editorial le envió a Buenos Aires al objeto de crear una filial o delegación en la capital de Argentina. Compatibilizó su trabajo además, como comercial de otras editoriales españolas como Seix Barral y Cervantes. Se dedicó a detectar “ediciones clandestinas”, fraudulentas, sobretodo las venidas de Chile, así advertía a editoriales y librerías para impedir su adquisición, luchando así contra la “piratería”. En el año 1931 se convirtió en propietario de la editorial Juventud Argentina.

Su carácter emprendedor y su sólida experiencia en el mundo del libro le permitieron alcanzar un gran predicamento en el panorama editorial no solo argentino sino hispanoamericano. Pese a la lejanía, Joaquín Torres no olvidó nunca el Poble, al que acudía durante unos días de vacaciones al menos una vez cada dos años.

Viajero impenitente y apasionado, recorrió prácticamente todo el mundo, que circunvaló, cuando menos en dos ocasiones, dejándonos el testimonio de sus observaciones en sus nueve libros de viaje a modo de crónica, narrando sus experiencias e impresiones de lugares, costumbres y paisajes. Libros de muy difícil localización y consulta.

A comienzos de la década de los noventa del pasado siglo XX, y cuando acababa de cumplir 90 fecundos años frente a su incansable actividad editorial, Torres Arbiol decidió donar nada menos que 100 millones de pesetas “de las de entonces” para que se creara una fundación con su nombre, que tuviera como objetivo único crear becas para los jóvenes estudiantes universitarios mequinenzanos.

La única condición que puso en su momento Joaquín Torres es que se creara dicha fundación, compuesta por seis miembros, entre ellos el alcalde o alcaldesa de Mequinenza, y el resto de los miembros debían ser: un representante de la propia familia Torres, un representante de los empresarios, uno de los trabajadores, uno del colectivo de jubilados y finalmente uno de los profesores de Enseñanza Primaria.

Joaquín Torres falleció en Buenos Aires el 10 de agosto de 1991 y sus restos fueron trasladados por voluntad propia a su villa natal, en cuyo cementerio recibieron cristiana sepultura el 23 de agosto. Un mes antes de su muerte, el Ayuntamiento de Mequinenza en sesión plenaria, decidió nombrarle merecidamente hijo predilecto de la villa.